6/01/2016

La Caja Misteriosa

Atareado por las deudas, los problemas y ahora por la enfermedad que ningún doctor le daba diagnóstico de su hijo, Juan Carlos Segovia, salió a fumar un cigarrillo, y a caminar en la noche de luna llena del mes de Noviembre.
Ya el frío empezaba a sentir en esa época del año, caminando por una de las calles solitarias de ese pueblo, del cual nunca había podido salir, como siempre soñó y que lo amarraba a el.
Iba inmerso en sus problemas, muchos de ellos reprochándoselos al creador, cuando de repente se tropieza con una cajita metálica, y cae al suelo.
Pensando que la mala suerte se empeñaba en atacarlo, vio que la caja de metal, al golpearla con el pie se había abierto, tirado en el suelo, solo optó por ver su contenido.
"Ojalá tuviera una barra de oro" para salir de mis problemas, dijo Juan Carlos en tono sarcástico.- y al abrirla completamente, ahí estaba una pequeña barra de oro puro, solo para él, ¿Pero que broma es esta?, pensó, viendo para todos lados, no había un alma en cientos de metros a la redonda.
Cogió la caja metálica y enfiló el regreso a su hogar, con el miedo de que alguien lo hubiera visto o que le robaran su tesoro, cuando llegó, todos en su casa ya estaban durmiendo y con miedo volvió a abrir la caja misteriosa, con miedo de pensar que todo había sido una broma que sus ojos le habían gastado.
Ya con la luz, notó que la barra de oro sólido seguía ahí, pero también pegada una nota, que se dispuso a leer, "La caja te dará, todo lo que siempre has querido, pero a cambio te quitará, parte de tu alma y de tu corazón, si no quieres seguir utilizándola, déjala en donde la encontraste en las próximas 24 horas, si no la regresas te quedarás con ella".
Lo estuvo pensando toda la noche, viendo como brillaba la barra de oro, esta era una tentación del diablo pensó, pero se preguntó, ¿Qué ha hecho Dios para ayudarme?, Fue entonces que su esposa despertó y a la cual le contó todo lo que había pasado, era tal el nivel de pobreza que al ver la barra de oro a los dos los deslumbró.
Tomaron la barra de oro, y fueron a venderla, sacando miles de euros, con los que podrían seguir viviendo cómodamente por el testo de sus días, eso pensaban, pero al paso del tiempo la enfermedad de su hijo, se agravó, tomando su vida, no importando la cantidad de doctores que con el dinero compraron.
Fue entonces cuando sintió, que una parte de su alma y de su corazón, había perdido, y cuando sintió que la caja misteriosa, había cobrado la parte establecida, la caja seguía dando barras de oro, pero a cambio que más le pediría, ¿acaso la vida de sus otros dos hijos? ¿la de su esposa? ya el dinero no era tan agradable, como el miedo de ver que otra cosa le sucedería, fue entonces cuando cogió la caja misteriosa, y en un día igual que en el que se la encontró, la dejó en el mismo paraje, escondiéndose en los matorrales, y viendo que otra persona se la encontraba, ahora la maldición lo dejaría.
Fue cuando vio que un hombre se llevaba la caja, que al fin pudo respirar, no quería que su vida y la de su familia dependiera de esa caja, pero todo dependería de saber si el que se la había encontrado la aceptaría o la devolvería, fue así que estuvo en vela, al lado de la ventana del otro tipo que se la había encontrado, rezando para que la aceptara, y la maldición terminara.
Al ver que la barra de oro era sacada de la caja misteriosa, vio claramente, en una de las esquinas, al demonio riéndose, al fin se había librado pero otra alma se había condenado.

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