10/25/2014

Misterios de Córdoba: El Mitra de Cabra

La escultura romana del dios Mitra matando al toro es una de las más relevantes y características del Museo Arqueológico de Córdoba. Fue hallada en 1951 por Francisco Castro y sus hijos Francisco y Antonio, en su huerta en la localidad de Cabra, mientras realizaban labores de siembra. Más adelante, en ese mismo lugar, aparecieron otras importantes piezas, hasta que finalmente salió a la luz toda una villa.

Pero, ¿quién es Mitra?

El culto a esta deidad de origen persa y asociada al sol, la fertilidad y la vegetación, se extendió a India y Roma. Y en esta se convirtió en una religión mistérica, esotérica e iniciática, de transmisión oral, y cuyo ritual debía mantenerse en secreto. De ahí que los lugares donde se llevaban a cabo fuesen muy adecuados y subterráneos imitadores de la propia cueva del dios Mitra.
La escena representada en la escultura que nos ocupa es la más característica de Mitra: latauroctonía (muerte del toro), y de la que se supone el testigo escultórico más destacado tras los existentes en Londres y el Vaticano. Según la mitología, Mitra montó al toro hasta que este quedó exhausto y luego cargó con él sobre los hombros hasta su cueva, donde recibió, a través de un cuervo, la orden de sacrificarlo. Y entonces entraron en escena otros elementos que también son imprescindibles en su iconología: el perro y la serpiente, que buscan alimentarse de la herida del toro, así como el escorpión que ataca los testículos del mismo.
En ocasiones, el mitraísmo se ha querido ver como un paralelo de parte de la concepción divina del cristianismo: Mitra, además de un modelo a seguir, sería, en su papel de sol, un mediador entre el Dios celeste y el mundo terreno, como Jesús. En su propio episodio del Mitra Tauróctonos podemos hallar evidentes similitudes con la filosofía cristiana y muy especialmente con su iconografía.
Es más, Mitra nació de una piedra; la, por ende, Petra generatrix, de la que todo surge. Pues bien, probablemente al lector le resulten familiares las palabras que, según los evangelios, Jesús dirigió a Petrus (Pedro) para designarlo la base de su religión (y que además aparecen en el interior de la cúpula de San Pedro del Vaticano): "Tu es petrus et super hanc petram aedificabo eclessiam meam, et tibi dabo claves regni caelorum" (tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y te daré las llaves del reino de los cielos).

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