8/27/2013

El hombre y la mujer Tauro

El hombre Tauro
El hombre Tauro es quizás el individuo más equilibrado de todo el zodíaco. Eso sí, un equilibrio un tanto egoísta, como lo es su sentido práctico del racionamiento y la predicción. No quiere riesgos, no quiere sobresaltos. Sin embargo, tampoco le valen las medias tintas: no es conformista. Quiere lo mejor. Goza de la vida como el primero. De este amor a la buena vida nace su sexualidad. Todo lo que sea placentero se encuentra entre sus continuas metas. Pero no se entrega. No da al mismo nivel que desea recibir. Eso sería intercambiar, y él goza con recibir. Por estas razones, los taurianos, sexualmente, son poco recomendables para esposos. Son los más inclinados a tener amantes, porque saben que a una amante bien pagada siempre se le puede exigir una atención especial.
Sin embargo, en sus casas, con sus esposas, como han de ser ellos los que lleven el peso del amor, esto acaba resultándoles una verdadera carga. De aquí el caso insólito de que un tauriano, al tiempo que busca aventuras amorosas sin descanso, casi obsesivamente, puede tener a su esposa desatendida, en el plano sexual. Si el hombre Tauro halla en el matrimonio la dedicación sin condiciones de su esposa, acabará siendo el hombre más fiel del mundo, aunque solo sea por no alterar su sentido de la comodidad, del ahorro y de lo práctico.
Si te quieres llevar bien con un Tauro no te opongas a sus ideas. Invítalos a comer con frecuencia y serán estupendos aliados.

La mujer Tauro
La mujer Tauro, con esa paciencia testaruda que la caracteriza, con su perfecta lógica razonada, trata de sacar el máximo provecho de los placeres de la vida. Ama la buena mesa, las joyas, la vida regalada y cómoda. Por tanto, ama también la perfección en el amor y trata de sacarle el máximo partido. Ella desea fervientemente que el hombre se comporte de forma brillante a la hora de amar. Anhela recibir todo, pero es incapaz de corresponder de igual forma. Se muestra pasiva, dispuesta a la perfección de cualquier placer que puedan proporcionarle, exigiendo en su fuero interno. El peligro de las taurianas está ahí precisamente: si no reciben la felicidad que ambicionan, no protestarán. Sencillamente, se sentirán defraudadas y seguras de que tendrían derecho a más. Y eso se traduce en dos sentimientos que pueden matar el amor: la desilusión o los celos. No puede evitar pensar siempre que otra mujer puede estarle quitando lo que le pertenece. Son celos que podrían describirse como egoístas, más que como vanidosos. En cuanto a la desilusión, como las taurianas razonan el amor sexual, exigen calladamente que el hombre las colme de satisfacciones. Piden una perfección que no siempre encuentran. Y si el hombre falla en ese cometido, la tentación de buscar en otros hombres lo que el propio no les brinda queda latente. Por eso se ven frecuentemente tentadas a cometer adulterio. No por falta de amor, ni por afán de aventura, sencillamente por buscar la perfección, el máximo de felicidad sexual a que aspiran y que su propia pareja puede no haber conseguido.
 Si te quieres llevar bien con un Tauro no te opongas a sus ideas. Invítalos a comer con frecuencia y serán estupendos aliados.

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