Si, sucedió todo entonces... en la Navidad del año 1995.
En aquellos días mi abuela paterna se encontraba próxima a la muerte, de manera que en el hospital decidieron darle el alta y enviarla a casa, a su casa, a morir. Yo nunca había sentido tan próxima la muerte, nunca la había visto tan de cerca... a tal punto, que no supe reconocerla pese a tenerla delante. Efectivamente, la última vez q vi a mi abuela con vida fue en la noche del día 23 de diciembre y ,pese a su estado, me acosté firmemente convencido de que no se iba a ir aún. Me equivoqué.
A la mañana siguiente mi padre me despertó para decirme que había fallecido. Era el día 24, el día de Nochebuena. Quizás, para entender mejor todo, deba hablaros un poco de ella. Mi abuela era una mujer dificil, por decirlo de una manera suave. Fue de esas personas que con una sola mirada te dejaba helado, media sus palabras, era fría como el hielo y calculadora en extremo. Solo la conocí 12 años de mi vida, pero la recuerdo perfectamente. Y aunque pueda sonar mal, no fueron muchos los que lamentaron su marcha.
A las 5 de la tarde del día siguiente a su muerte, el día de Navidad, le dimos sepultura en el panteón familiar. Era una tarde fría, y lluviosa, del todo desapacible... muy acorde con su caracter . Pese a ser como fue, recuerdo que había una gran cantidad de gente, una afluencia en la que no creo que mediase el afecto y sí,quizás, el constatar que efectivamente se había ido. Era una mujer muy fuerte, de esas personas que parece que nunca morirán, y pese a la edad que tenía creo que sorprendió a muchos su desparición. Días después parecía que aún permanecia con nosotros.
En efecto, en los días sucesivos parecía que ella lo impregnaba todo, era una sensación rara que nos embargaba a todos sus familiares; aunque reconozco que puede explicarse por lo reciente del suceso. Su casa, en la que falleció, está junto a la nuestra, en la misma finca. Es una casa grande, con más de cien años, de dos plantas, con habitaciones enormes, paredes empapeladas y muebles antiguos. Para que os hagais una idea, la decoración tiene un aire victoriano, bastante recargado.
Con su ida me sentí libre de jugar cerca de su casa... ya no podía reñirme como tantas veces había hecho por jugar allí. Un día, ya os digo que pocos después del funeral, al pasar junto a una de las ventanas... la vi. Fue algo fugaz, de eso que ves por el rabillo del ojo. Me detuve en seco y retrocedí hasta la ventana y no había nada. Lo dejé correr, pensé que había sido una mala pasada de mi imaginación. Pero al día siguiente sucedió lo mismo... la vi de nuevo, igual, en la misma posición. Al igual que hiciera la víspera volví sobre mis pasos hacia la ventana, y allí estaba. Sentada en una silla, vestida de negro, con la misma ropa que se la amortajó, y mirándome fijamente.
Fue todo muy rápido, yo me largué corriendo de allí, fui a mi casa y se lo conté a mi madre. Pacientemente me escuchó y me dijo que eran tonterías y que me callara, que a mi padre no le iba a hacer gracia oir historias así sobre su madre, y más cuando no hacía ni una semana que había muerto. La estancia en la que la vi es el comedor de la casa. Allí se había trasladado su cuarto, cuando por su estado le era ya imposible subir al piso de arriba donde estan las habitaciones; y allí fue donde abandonó este mundo. Ahora sé, que mientras yo dormía, ella agonizaba y lo hacía sin poder hablar, porque en sus últimos momentos había perdido tal facultad.
Me han contado que parecía que estaba inconsciente, no respondía a ningún estímulo. Tan solo agarraba con fuerza las sábanas y mantenía la mirada fija en un punto concreto del techo del comedor... sé que es raro, pero a los presentes les parecía como si ella estubiera viendo algo allí. Tan solo reaccionó cuando llegó el sacerdote a darle los úmtimos sacramentos, ella sola y después de varias horas de inmovilidad, se santiguó... pero sin apartar la mirada de aquel punto. Han pasado quince años, y la casa sigue exactamente igual, aunque más deteriorada por el paso del tiempo; un tiempo que parece se hubiera detenido entre aquellas paredes. No se ha movido absolutamente nada. Incluso su cama permanece en el comedor. Es raro, lo sé, y si lo dijese yo solo podría ser mi imaginación; pero la realidad es que distintas personas que han entrado en la casa, después de muchos años sin hacerlo, coinciden en que parece que aun estubiera ella allí.
La frase más repetida es q "huele a ella, a su colonia". No sé; quizás quienes el día de su funeral casi no podían creer que se hubiera ido no estaban tan equivocados; quizás ella, algo de ella, permanece aún en la casa.
Enviado por: FOX
Espeluznante...
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