2/17/2022

Leyendas de Cádiz

 

HISTORIAS DE MILAGROS, PIRATAS Y MUERTES SIN RESOLVER

La ciudad más antigua de occidente tiene años, siglos, para desarrollar narraciones asombrosas. Realizar un recorrido por la Tacita de Plata, la sirena del océano para Lord Byron, es dejarse seducir por unas historias que de tanto ser contadas no se sabe en qué momento se aferran a la realidad o ya forman parte del mito. Aquí la Virgen de la Palma paró el maremoto que amenazó con inundar sus barrios y calles. "Hasta aquí, Madre mía", gritó el padre Capellán Macías con el estandarte de la Virgen María aquel 1 de noviembre de 1755. Y el tsunami retrocedió milagrosamente.
Cuentan los más viejos del lugar que se podría pasear por la antigua Gadir a través de un laberinto infinito de galerías y pasadizos subterráneos. De ahí tantas historias y piratas y las famosas cuevas de María Moco, una mujer gitana que vivía en estas grutas.
La Bella Escondida es una de la edificaciones más simbólicas de la capital, pese que se puede ver desde el exterior al encontrarse enclavada en la azotea del edificio de la calle José del Toro, 13. Un precioso mirador propio de la época de cargadores a Indias, desde donde se divisa la llegada de los barcos al puerto gaditano. Destila un romanticismo tal que aseguran la construyó un generoso padre cuya hija ingresó en el convento de la calle Feduchy. La levantó en ese lugar para que su niña pudiera verla desde su reclusión y recordara el amor de un padre por su hija.
En Cádiz es bien conocida la leyenda de la Casa de los espejos, que también comprende la relación entre un progenitor y su chica, a la que colmaba de regalos cada vez que volvía de sus continuos viajes. Sobre todo de espejos que la joven coleccionaba. La madre, llena de odio y envidia, decidió envenenarla, para pesar de un padre al que le aseguró que se trató de un accidente. Una noche, este hombre se levantó al escuchar la llamada de su hija, a la que pudo ver reflejada en los numerosos espejos, desde donde le manifestó la verdad de su muerte. Son muchos vecinos los que han visto sombras en las ventanas y ruidos durante la noche procedentes de este inmueble situado en la Alameda. Quizás, la niña sigue llorando por el crimen cometido.


LAS LÁGRIMAS DE JULIO CÉSAR EN SANCTI PETRI

Julio César, el conquistador de las Galias, la figura más reconocida de la antigua Roma, llegó a Gades en el año 68 a.C. como "cuestor" de Hispania Ulterior. Su historia la relata Suetonio en "La vida de los doce césares" y muchos autores se han hecho eco de esta narración que demuestra la importancia de esta tierra hace 2 milenios.
La escena la narra Suetonio. César visitó el templo de Melkart (templo de Hércules ya bajo dominio romano), al que ubican en el Castillo de Sancti Petri, para visitar al oráculo. Allí se encontró ante la imponente estatua de Alejandro Magno, y no pudo reprimir las lágrimas. De tristeza, de frustración, de envidia... lloró amargamente. Julio se lamentó al ver cómo el macedonio ya había conquistado un imperio inmenso a los 30 años, mientras que él, mayor, no había hecho nada trascendental.
Además, soñó que violentaba a su madre. El oráculo interpretó esa ensoñación, asegurando que lo mismo que poseyó a su madre, conquistaría Roma. En el templo de Melkart se pudo ver la transformación de uno de los personajes más relevantes de la historia de la humanidad.
Sancti Petri (San Fernando) es en sí una isla de leyenda. Por aquí cerca se enclava el lugar donde Hércules, en el desarrollo de sus pruebas, mató a Gerión, el gigante de 3 cuerpos, y de cuya sangre brotó un Dragón. El templo también lo visitó el general cartaginés Aníbal. 


SAN FERNANDO, LA CIUDAD PARANORMAL

Al margen de Sancti Petri, la propia ciudad de San Fernando ha generado tantas leyendas e historias, especialmente paranormales, que hasta existen varias publicaciones recopilando tales hechos. Es habitual escuchar en la Isla esos relatos sobre las apariciones de vagabundos cerca del campo de hockey. Un punto que se vuelve aún más misterioso al conocer que existe una necrópolis de 6.000 años bajo sus pies.
El Cerro de los Mártires, donde las últimas investigaciones sitúan el templo al Dios Melkart, fue el lugar escogido para la decapitación de San Servando y San Germán, los mártires del cristianismo y patrones de la capital. Imbuido de una poderosa energía, ha sido testigo de muchas apariciones.


EL PUERTO MENESTEO, FUNDADO POR UN HÉROE DE LA GUERRA DE TROYA

La propia fundación del El Puerto es legendaria. Se atribuye (no históricamente, sino popularmente) a Menesteo, Rey de Atenas y héroe de la guerra de Troya. Homero hace referencia a este personaje, que arribó por el Guadalete y dio su nombre a la tierra a la que varios siglos más tarde Alfonso X diera rango de ciudad.
El rey Sabio fue testigo de un milagro. Durante el sitio de Alcanatif (denominación árabe de El Puerto), una noche se le apareció la virgen y le animó a que atacara al día siguiente pues la victoria sería suya ante los musulmanes en tiempos de Reconquista. Dan fe sus famosas cantigas del éxito de la operación, además del lienzo que se puede ver en el Castillo de San Marcos. Epicentro de leyendas, por sus almenas merodea un fantasma que no pocos portuenses han visto durante la noche.
Gritos y susurros suenan en el palacio de Purullena, en el Barrio Alto. El imaginario popular se los atribuye a la hija del marqués, a Juana Ortuño, que fue emparedada viva por su propio padre al enamorarse de un comerciante negro que llegó en un barco desde las Indias. La historia va por otro camino y asegura que esa hija heredó la casa y los bienes de su progenitor.
Y como no, uno de esos relatos que abundan por estos lares. La existencia de túneles subterráneos en la Iglesia Mayor Prioral (ahora Basílica) y que conectaban con el Castillo de San Marcos e incluso la playa de la Puntilla. Una vía de escape en la época de la Guerra de la Independencia. Hasta el momento... una leyenda.


EL RINCÓN MALILLO, DONDE ENCONTRAR AL CABALLERO LUIS MONTORO

En el Rincón Malillo, un conjunto de callejuelas situadas en el casco histórico de Jerez, cuenta la leyenda que Luis Montoro, un viejo caballero, borrachín y pendenciero, dio muerte a un pobre al que encontró a su paso. Aún blandiendo al espada, tuvo la osadía de retar al diablo, y entonces sintió una punzada en su brazo mientras corría un reguero de sangre. Muerto de miedo, levantó una cruz de hierro junto a su casa y se encerró en ella (le empezaron a llamar El Enjaulado). La herida nunca cicatrizó.


EL MEADERO DE LA REINA, EL APRETÓN REAL DE ISABEL II

Pues sí. El meadero de la reina, esos terrenos puertorrealeños cercanos al barrio de Jarana y el hospital (acceso a la ciudad deportiva del Cádiz), debe su nombre a un apretón Real. ¿Quién sabe si real? El 28 de septiembre de 1862, Isabel II visitó junto a su esposo Francisco de Asís y sus dos hijos (Alfonso XII y la Infanta Isabel) una salina donde presenció uno de los famosos despesques.
A la vuelta, no pudo contenerse y descargó en el citado lugar. La tradición oral es la consecuencia de que esta historia haya pasado de generación a generación.



Fuente: lavozdigital.es

No hay comentarios:

Publicar un comentario