6/07/2018

El exorcismo de Encarnación Guardia


Enero de 1990. El pequeño barrio granadino de Albaicín alberga por estas fechas a pocos habitantes, y uno de ellos era Encarnación Guardia Alonso, quien probablemente pudiera parecer una mujer normal ante el resto de vecinos, pero lo cierto es que Encarnación albergaba un pensamiento del que muy pocos eran conscientes: creía estar poseída por el mismísimo demonio.
Las sesiones de espiritismo que llevaba a cabo Encarnación con sus dos primas Isabel y Enriqueta Guardia Alonso y con su sobrina Josefa Fajardo eran algo que ya habían realizado otras veces, pero la del 30 de Enero de 1990, Encarnación decide que sea la definitiva, será en la que por fin saque al demonio de su cuerpo.
Esa noche cuentan además con un invitado especial: Mariano Vallejo, alias "El Pastelero", curandero y espiritista que será el maestro de ceremonias que lleve a cabo el exorcismo a Encarnación. La creencia de los Alonso en los exorcismos se remonta a 1985, cuando María Alonso, matriarca de la familia, pierde a su hijo enfermo de leucemia. Desde entonces, según vecinos de los Alonso, la familia está convencida de que en la casa donde residen ocurren fenómenos extraños, es por ello que empiezan a ponerse en contacto con espiritistas y curanderos. Anteriormente Encarnación había pasado un tiempo en Francia donde se dice, pudo tener contacto con misas negras y aquelarres.

El ritual dará comienzo en la noche del 30 de Enero de 1990 en la casa de los primos de Encarnación Alonso. Allí Mariano Vallejo con ayuda de las primas y la sobrina de Encarnación, prepara la pócima que debía tomar la supuesta poseída, consistente en primer lugar en vinagre y pimienta, y después alrededor de 250 gramos de sal diluida en agua. Al parecer El Pastelero y las hermanas conocían perfectamente lo que estaban haciendo, ya que según cuenta Manuel García Blázquez, forense del caso, si a Encarnación la hubieran administrado la sal en primer lugar hubiera muerto en dos horas, mientras que al suministrarla la pimienta y el vinagre la absorción por el estómago de la sal tardaría más tiempo en producirse. A partir de este momento Encarnación entra en un coma del que no llegaría a salir.
Es después de tomar el ungüento cuando Mariano Vallejo propina a Encarnación una brutal paliza que él mismo describió ante los juzgados de esta forma:
" Encarnación gritaba como una loca, sacaba la lengua y se ponía muy fea" "Estaba histérica, con mirada de odio. Para dominarla, yo tenía que tumbarla y ponerme de pie y de rodillas sobre ella"
Tras la brutal paliza, Josefa, la sobrina de Encarnación, convencida de que en el vientre de la poseída habitaba el hijo del maligno, decidió sacárselo con sus propias manos, introduciéndoselas una y otra vez por el recto y la vagina, quedando ambos muy dañados. Según El Pastelero, Josefa "metió la mano en la vagina de Encarnación en múltiples ocasiones, al menos una decena, sin encontrar nada". Además añadió que a la fallecida le salió posteriormente "una bola por el ano, que entraba y salía del cuerpo" y que Josefa se la arrancó de las entrañas. "Al sacarla, echaba humo y fuego".

La policía detiene en días posteriores, acusados por homicidio a Mariano Vallejo, Enriqueta e Isabel Guardia Alonso, primas de la fallecida, y a su sobrina Josefa Fajardo. Sería más tarde cuando también se detuviera a su tía María Alonso por consentir aquella carnicería.
El Pastelero durante el juicio reconoció únicamente seguir las órdenes de la fallecida, quien a través de la voz de su abuela les decía que Satanás le había engendrado en Francia a su hijo y debían de ayudarle a sacárselo.
Sería la familia de la víctima la que al notar su ausencia acude a buscarla a casa de sus primos, donde se encuentran con la escalofriante escena. Encarnación Alonso yace tumbada en el suelo rodeada por un gran charco de sangre.
El resultado fue la muerte de Encarnación al día siguiente en un hospital granadino por un edema cerebral causado por la ingestión de grandes cantidades de sal.
Josefa negaría en todo momento haber sido ella la que introdujo la mano desgarrando a Encarnación la vagina y el ano, aunque durante el juicio una testigo aseguró que oyó a Josefa Fajardo decir que había introducido el brazo a Encarnación hasta el codo.
En los juicios todos los inculpados demuestran una templanza sorprendente.
Todos los participantes fueron condenados a penas de entre 2 y los 5 años de prisión que ya han cumplido.
En la actualidad Isabel Guardia Alonso trabaja como asistenta en la vivienda colindante a la casa donde ocurrieron los hechos. Mariano vive en una casa de la provincia sin mucha relación social.
Sin duda una macabra historia con un final no deseado, pero aún pueden quedar muchas preguntas sin resolver. ¿Desconocían realmente los rituales de exorcismo las primas de Encarnación y Mariano Vallejo? ¿Cómo pudo ser que la muerte de Encarnación de se debiera a la gran cantidad de sal ingerida, después de los numerosos golpes que recibió y de que su sobrina pudiera haberle introducido la mano numerosas veces vía vaginal y rectal?

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