5/04/2016

Leyenda del Palacio Real

Madrid es una ciudad llena de misterios, sobre todo en el área más antigua, donde las historias de hechizos, fantasmas y aparecidos sobran. Una visita obligada para cualquier viajero es el Palacio Real, donde además de asistir al cambio de guardia y obtener un recorrido guiado, se vive la experiencia de entrar en una construcción sumamente encantada.
Los terrenos situados entre la cuesta de San Vicente y San Francisco El Grande, eran identificados como hábitat de brujas, duendes y fantasmas, los cuales empezaron a manifestarse durante el reinado de Alfonso VI y la construcción del antiguo Alcázar, en 1537. Muchos aseguran que los trabajos perturbaron el descanso de estas entidades y en represalia se dedicaron a molestar a los trabajadores, causando la muerte de muchos obreros.
Siglos después, en 1698, fue realizado en el Alcázar un exorcismo, al monarca Carlos II, quien por los eventos desarrollados a su alrededor era mejor conocido como "El Hechizado", sobre él se decía que estaba embrujado desde los 14 años, a causa de haber comido un chocolate en el que se diluyeron los sesos de un muerto. La causante de tal mal, fue su propia madre, ayudada por un duende que ya era reconocido por asustar dentro del edificio.
Más tarde durante la nochebuena de 1734 en el reinado de Felipe V, mientras el monarca pasaba las fiestas en el Palacio del Buen Retiro, el Alcázar fue arrasado por un violento incendio, que duró 4 días. Entonces, el soberano encargó en 1735 erigir el palacio "más grandioso del mundo", sobre sus cenizas. Por temor a nuevos incendios, la entera construcción fue realizada en piedra, durante esta etapa los obreros hablaban de fantasmas y demonios que trepaban por los muros. Así que el gobernante, decidió realizar un exorcismo para librarse de los accidentes laborales achacados a los espíritus malévolos que empujaban al vacío a los trabajadores.
Al concluir la obra, para evitar que el arquitecto construyera otro palacio como ese, Felipe V ordenó que le sacaran los ojos, le cortaran los brazos y la lengua, y que se colocara en el palacio una escultura de su rostro. Hoy en día se dice que esa estatua de su cabeza es la causante de ruidos, y voces nocturnas, que se acompañan a veces de una presencia fantasmal que mueve de lugar los muebles y azota las puertas.

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