12/01/2011

La Sombra siniestra


Era un día de Agosto sobre las 15:45H mas o menos, estaba yo sentado frente al televisor mirando mi programa favorito, cuando de repente noté un escalofrío que recorrió todo mi cuerpo. Tenía la sensación de que algo o alguien me observaba detrás de mi. No quería mirar, tenía mucho miedo. Me armé de valor y girando la cabeza muy despacio mire atrás, allí no había nadie, tan solo mi perrita que dormía plácidamente en su "camita". Seguí mirando la tele como si no hubiera pasado nada.
Pasaron los días y mi hermana vino con mi sobrino el cual en ese tiempo tenia 4 años. Mientras mi hermana y yo charlábamos mi sobrino jugaba con su trenecito de madera en el suelo del salón. Observé que detuvo su juego para mirar al techo, levantaba sus manos como si quisiera coger algo. Yo instintivamente miré hacia arriba pero allí no había nada, tan solo la lampara que adornaba el salón. Seguidamente mi sobrino se levantó y riendo a carcajadas como si jugara con algo o alguien corrió por el pasillo hacia la cocina. Yo lo seguí para ver donde iba, al llegar a donde estaba parado y mirando al techo nuevamente, me agaché y lo cogí en brazos. Cuando me levanté vi una siniestra sombra en la pared del pasillo, era la silueta de un hombre alto y corpulento, con la única diferencia que llegué a alcanzar que aquella extraña sombra tenia garras.
Me quedé con mi sobrino en brazos mirando a aquella sombra sin mediar palabra y totalmente petrificado. Observaba como la siniestra sombra se acercaba lentamente a donde nosotros estábamos, saqué la fuerza (no se de donde) para salir corriendo al salón. Cuando mi hermana me vio me preguntó que es lo que estaba pasando porqué estaba pálido y mis manos y piernas temblaban. Le conté a mi hermana con todo lujo de detalles lo que había pasado, y por su cara deduje que no se creyó ni una sola palabra. Cogió a mi sobrino y se marchó.
Era ya de noche y me dispuse a cenar cuando volví a sentir aquel gélido escalofrío, miré hacia el pasillo y allí volvía a estar aquella sombra, con la diferencia que esta vez no se movía. Fui como alma que lleva el diablo a mi habitación y me metí de un salto en la cama, me tapé con el edredón hasta la cabeza. Noté unas manos que agarraban el edredón que tiraban de el poco a poco. De repente estaba totalmente destapado sin saber como. Miré con muchísimo miedo alrededor pero allí no había nadie. Cuando me incorporé para volver a coger el edredón, a los pies de mi cama había un hombre que me miraba, yo me quedé mirándolo fijamente, éste me señaló con aquellas manos-garras y me dijo... Dentro de muy poco nos veremos en el infierno acto seguido desapareció.
No he vuelto a ver ni las sombras ni al extraño señor, pero vivo con la incertidumbre de lo que quiso decir y de cuando será el momento que nos volvamos a ver.

ANÓNIMO



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