11/08/2022

Dioses, Brujas y Mascotas: Una historia sobre gatos


 DE SALVAJE A DIOS: DOMESTICACIÓN Y DEIFICACIÓN DEL GATO EN EGIPTO

Comencemos destacando que la domesticación del gato fue relativamente tardía. Para dar un ejemplo, se estima que la domesticación del perro sucedió aproximadamente en el año 15 mil a.C. Por el contrario, la domesticación del gato habría sucedido aproximadamente entre los años 6.000 y 4.000 a.C., en Egipto. Este suceso coincidiría con el establecimiento de la agricultura en esa región. El comienzo de una vida sedentaria se ajustaría mejor al estilo de vida del gato y el comienzo de la agricultura atraería a ratas e insectos lo cual, a su vez, sería atractivo para los gatos, su depredador natural.
Por ese ro "protector" y por su belleza, los egipcios asociarían a este animal a la diosa Bastet y le asignarían los mismos significados que esta tenía. De esta forma, el gato comenzará a ser visto como sinónimo de fecundidad, calor y energía. A su vez, se les asignará la tarea de velar por el alma de los muertos y de guiar a los faraones en su viaje por el más allá. Los gatos comenzarán entonces a adquirir un carácter esencialmente sagrado: los egipcios tenían prohibido matarlos. Quien matara a un gato recibía la pena de muerte, y no podía ser salvado ni por el faraón. Si alguien encontraba a un gato muerto en la calle era frecuente que, quien lo encontraba escape del lugar por medo a ser linchado. De igual manera, cuando un gato moría, la familia dueña de este se afeitaba las cejas en señal de duelo.
El carácter sagrado era tal que, en ocasión de grandes hambrunas, la carne de gato no fue consumida, pero sí la carne humana. En honor a Bastet, se fundaría la ciudad Bast, también conocida como "Bubatis", cuyo significado era "ciudad del gato". Bast llegó a ser, incluso, capital del imperio en el siglo XI a.C. Allí se realizaban de manera frecuente peregrinaciones donde los egipcios llevaban estatuas de gatos o momias de ellos. Sí, momias. La momificación de gatos fue tan frecuente en Egipto que, en el siglo XIX, un grupo de expedicionarios británicos encontró en ese país unas 300 mil momias de ellos.
La demanda de los gatos momificados por parte de los peregrinos era tal que había todo un sector de la economía dedicado a la cría y embalsamamiento de gatos para proveerlos. El culto a los gatos y la momificación de los mismo duró hasta aproximadamente el siglo IV de nuestra era, cuando el cristianismo le puso fin.
Desde Egipto, los gatos llegarían a distintas regiones del mundo por parte de los contactos de los distintos pueblos y el comercio. En Grecia podemos encontrar registros sobre ellos a partir del siglo V a.C. aproximadamente. Allí, los gatos comenzaron a importarse de contrabando ya que, por su carácter sagrado, los egipcios se negaban a venderlos. Dada la dificultad para conseguirlos, su precio era elevado y, en consecuencia, los gatos no serían vistos como dioses sino, fundamentalmente, como un juguete o un artículo caro y de lujo que era ofrecido a las cortesanas.
En paralelo, los gatos llegarían a Roma. Sanemos que en el siglo V a.C. los romanos ya sabían de su existencia. En ese momento, podemos encontrar figuras de ellos en monedas pertenecientes a la región de Calabria, lo que quizás indicaría que eran considerados valiosos. Dado que el gato había sido introducido a Roma mediante el contacto con Egipto, podemos considerar que de allí proviene la valoración positiva de ellos. El garo, de hecho, aparece pintado en los escudos de grandes cantidades de soldados, por lo cual, debemos deducir que su percepción sobre ellos era, efectivamente positiva.

LA DECADENCIA DEL GATO: MEDIOEVO Y MODERNIDAD

Hasta ahora pudimos observar que el gato era valorado de manera positiva. Ya sea como deidad o como objeto de lujo, las percepciones sobre él habían sido sin duda buenas. Ahora bien, todos creemos saber que, sobre el gato, existió durante la edad media una percepción negativa. Automáticamente viene a nuestra mente la asociación gato/bruja y las historias respecto a las matanzas de gatos que de alguna forma terminarían dando lugar a pestes. Veamos lo que sucedió.
Inicialmente, durante la Edad Media, el gato no era visto con la connotación negativa que suponemos. Durante la Alta Edad Media fueron, por el contrario, protegidos y apreciados por su capacidad de cazar ratones. A su vez, era frecuente encontrar gatos en monasterios y conventos e, incluso, llegaron a ser mascotas de algunos Papas. Entonces, si no existía un peso simbólico negativo sobre los gatos en la Alta Edad Media, ¿cuándo sucedería?
La relación gatos/brujería es bastante tardía y, a pesar de todo prejuicio, tendrá su auge en la Modernidad. Aquí vale la pena realizar una aclaración, consideramos Edad Media, por lo general, al periodo de la historia europea comprendido entre el año 476 -momento en el cual se considera que cae el Imperio Romano de Occidente- y el año 1453, tras la caída de Constantinopla en mano de los otomanos. Existen varias discusiones al respecto, pero esta es la periodización más convencional y de la cual nos valdremos en este artículo. A partir de ese momento, comienza la Edad Moderna.
Será aproximadamente en el siglo XIII o XIV, aún Edad Media, cuando el gato comience a ser visto de manera negativa. Serán varios los factores que llevarán a que sean relacionados con la brujería, desde sus ruidos hechos a la hora de aparearse hasta el hecho de que eran acompañantes de personas solas y ancianas que frecuentemente eran acusadas de brujería. De esta forma, el gato comenzaría a ser visto como un "ser maligno", acompañante de brujas o, incluso, brujas mismas que se disfrazaban de gatos negros en las noches. Comenzaría así una cacería y persecución de gatos y se olvidaría la razón fundamental que unía a estos con los humanos, eran los depredadores naturales de las ratas, portadoras de las pestes que se extenderían en este contexto.
Sin embargo, el pero momento para ellos llegaría durante la temprana Edad Moderna: las persecuciones y matanzas a estos animalitos se comenzarían a generalizar. Serían, probablemente, los franceses quienes le otorgarían el mayor peso simbólico a los gatos y serían los más crueles con ellos. ¿Por qué? Como ya lo dijimos, en primer lugar, se relacionaba estrechamente al gato con la brujería. Se consideraba que cruzarse a uno podía generar que se terminara cayendo en las garras del diablo o una bruja. Para protegerse de ellos, la solución parecía ser una: mutilarlos. Cortarles la cola o las orejas era visto como una solución que pondría fin a su maligno poder.
Los poderes ocultos que se le atribuían a los gatos eran múltiples y acá la cosa se pone algo llamativa: eran considerados responsables de diversos hechos, como que no te crezca el pan -quizás por eso no te sale la masa madre- o que la pesca sea mala. Se temía también de ellos porque se creía que podían asfixiar a los bebés o escuchar chismes y repetirlos en la calle. Pero, paradójicamente, los gatos eran también usados como "remedios" populares: si la cosecha era mala, era frecuente enterrar a un gato vivo para que mejore; si habías sufrido una grave caída, quizás chupar sangre de la recién amputada cola de un gato podría ayudarte; si sufrías de neumonía podías beber vino mezclado con la sangre de la oreja de uno y si sufrías cólicos era frecuente mezclar vino con sus excrementos.
La matanza de gatos en fiestas populares o por razones supersticiosas era algo sumamente frecuente en la Francia moderna: ya sea encerrar a un gato en el muro de tu casa para protegerla o salir a cazarlos en carnaval, la tortura que recaía sobre ellos era múltiple y no seguiré citando ejemplos para evitar caer en amarillismos. Con todo lo ya citado debería alcanzar para dar la pauta del fuerte peso simbólico que sobre ellos recaía en el periodo y sobre los múltiples y heterogéneos significados que se les atribuía.



Fuente: revistaenraizada.com

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