10/27/2014

Magia y Brujería en España

En España siempre se distinguió entre brujería y hechicería. Se decía que de brujas alguna habría pero había que encontrarlas, sin embargo hechiceras había por todas partes.
España había sufrido continuas invasiones de diferentes culturas (romanos, visigodos, musulmanes, judíos...) y había ido adquiriendo gran cantidad de supersticiones.
La astrología y nigromancia se podían estudiar estudiar en universidades como la de Salamanca. Los hechiceros tenían libertad para ejercer su profesión siempre que no mataran a nadie. Pero las cosas cambiaron en el año 589 con el III Concilio de Toledo en el cual se atacaba todo tipo de supersticiones. En Concilios posteriores se condenó a los que adorasen piedras, encendiesen hogueras y veneraran fuentes. El cristianismo sirvió para definir y asociar a la bruja con el diablo. Pero aunque la Iglesia los rechazara no todos los reyes pensaban igual ya que muchos se servían de sus poderes para adivinar futuros y trascendentes acontecimientos para su reino o curar enfermedades que afectaran a la familia real.
En el año 1233 Gregorio IX crea la Inquisición medieval para perseguir la heregía, pero solo tuvo jurisdicción en el reino de Aragón y a penas actuó contra las brujas. Pero al crearse la Inquisición Española por los Reyes Católicos, la cosa fue más seria. En el s. XIII Alfonso X el Sabio crea las Partidas, en las cuales no se consideraba hereticas ni la magia ni la adivinación. Estas Partidas aún tienen vigencia en los tribunales de San Luis, en Estados Unidos, como herencia de la legislación llevada a América por los españoles en s. XV.
En el año 1343 aparece el tratado Speculum Regum en el que el obispo de Silver pide al rey Alfonso XI que prohíba que vivan en su reino todo tipo de adivinos, encantadores, nigrománticos, geománticos, etc... especialmente en Andalucía y Asturias. En 1377 en las constituciones Synodales, el obispo de Oviedo Gutierrez de Toledo, impone la excomunión a todos los encantadores y adivinos, tanto hombres como mujeres, y a todo aquel que acudiera a ellos en busca de consejo.
Pero aunque se les persiguiera, empezaron a aparecer lugares en los que se decía se enseñaban las artes de la brujería.

LA CUEVA DE SALAMANCA
Era el sótano de la antigua iglesia de San Cipriano o Cebrián, en la plaza de Carvajal de la ciudad de Salamanca.
Cuenta la leyenda que allí ocurrían hechos asombrosos y diabólicos. Algunos alumnos famosos de este lugar fueron el marqués de Villena, el doctor Torralba y el sacerdote de Bargota (Navarra).
En esta cueva se dice que se enseñaban toda clase de artes mágicas y prohibidas a cambio, eso sí, de un tributo que debía pagarse al Diablo en persona.
Cuenta la leyenda que el mismo diablo era el maestro y que solamente aceptaba 7 alumnos de cada vez. El pago acordado por las clases era quedarse con uno de los discípulos, aquel que le tocase en suerte, en el cual recaerían las penas infernales. Y así, dice la historia, que le tocó al marqués de Villena, pero este consiguió escapar, quedándose el Diablo solamente con su sombra.
La cueva de Salamanca aunque tapiada por las autoridades, continuaba su labor cerca del seminario de Carvajal, al que todos siguen llamando "Torre de Villena".
En América del Sur se denominan "salamancas" las cuevas encantadas en las que se cree se reúnen las brujas.
La Inquisición Española fue instaurada en el año 1238 y perduró hasta 1834 durante la regencia de María Cristina. Pero cuando adquirió mayor auge fue durante el reinado de los Reyes Católicos, los cuales la reinstauraron en Aragón en 1478.
En un principio se tendría que ocupar de los judíos... convertidos al cristianismo. En 1502 se centró en los conversos del Islam y en 1520 en los protestantes.
Al poco tiempo de fundarse, el papado renunció a su supervisión en favor de los soberanos españoles, por lo cual la Inquisición Española se convirtió en un instrumento del estado más que de la Iglesia. No fue diferente a otras instituciones similares en el resto de Europa, pero, por su superior organización, y el gran apoyo recibido por los reyes, hicieron que en España tuviera un mayor impacto en la religión, la política y la cultura. Todo esto unido al apoyo político permitió que Tomás de Torquemada ejecutara a cientos de herejes.
Las diferencias fundamentales de la Inquisición Española frente a la Pontificia era que los inquisidores eran elegidos por los reyes y no por el Papa y que los procesos no eran apelables en Roma. Torquemada fue nombrado así Inquisidor Supremo, la sede primitiva se encontraba en Sevilla pero fue trasladada a Toledo. La autoridad del Inquisidor Supremo era total e inapelable y presidía un consejo de 5 ministros. Por la facultad otorgada por el Papa Clemente VIII se revisaron todo tipo de documentos impresos y prohibieron la lectura de todos los libros que ellos consideraron que eran perjudiciales para la moral o contrarios a los ritos y disciplina de la Iglesia.
No se sabe exactamente en que año la Inquisición empezó a interesarse por las brujas, pero se sabe que su la primera fue Gracia del Valle, quemada en Zaragoza en 1498.
De todas formas en España no fue tan grabe la caza de brujas como en el resto de Europa ya que, según se dice, en España, Portugal e Italia, el Santo Oficio ya tenía suficiente con perseguir a judíos..., mahometanos y protestantes, no les quedaba tiempo para ir persiguiendo brujas.
En 1539, Pedro Sánchez Ciruelo escribe uno de los primeros tratados sobre brujería en España "Reprobación de las supersticiones y hechicerías" en el cual opina que la hechicería debería dejar de ser herética y quedar bajo el control secular, ya que no se ve en ella intervención del demonio. En cuanto a las brujas cabían dos posibilidades, que el contacto fuese real o simplemente imaginario.
El obispo de Ávila, Alfonso de Madrigal, apunta en el Concilio de Basilea del año 1436 que los delirios de las brujas era debido a la acción de ungüentos y drogas.
En 1585 el Papa Sixto V promulgó una bula en la cual condenaba todo tipo de artes adivinatorias, incluyendo la astrología que hasta entonces no había sido mal vista, pero la Suprema impidió la difusión de esta bula papal. Así España se iba librando de esta contagiosa locura anti brujeril, con alguna excepción como es el caso de Zugarramurdi (Navarra) el año 1610, en el cual se quemaron 6 brujas de los 1802 acusados (1384 eran niños de 12 a 14 años). A partir de 1611 no se ejecutó a nadie por brujería, aunque continuaron las condenas por hechicería. Según Gustav Henningsen "La Inquisición podía haber causado un holocausto de brujos en los países católicos del Mediterráneo, pero en España fue la salvación de miles de personas acusadas de un crimen imposible".
Aunque la casa de brujas termina con el Auto de Fe de Logroño en 1610, aún tenemos una memoria judicial de 1613, en la cual se demuestra que ninguna bruja fue quemada. A partir de éste momento desapareció casi por completo la caza de brujas, las tomadas por brujas, no fueron castigadas, o se encontraron contradicciones en sus declaraciones. Pero, todavía siguen apareciendo publicaciones sobre brujería hasta el s. XVIII, que, con la llegada de la Ilustración, dará paso al escepticismo y cesará por fin la caza de brujas en España.

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