5/31/2025

Luna y la Bruja de las Profundidades

 


Había una vez, en las profundidades del Mar de Alborán, donde los arrecifes de coral danzaban con las corrientes y los peces de colores brillantes se deslizaban entre el bosque de algas, vivía una pequeña sirena llamada Luna. Tenía una melena rubia que ondeaba como hilos de oro y unos ojos marrones que reflejaba el sol a través del agua del océano. Luna era una niña llena de alegría y curiosidad, pero un día, la felicidad en su vida se vio empañada por la tristeza más profunda.

Sus padres, el Rey Tritón y la Reina Coralia, sabios y justos gobernantes de las aguas, habían desaparecido sin dejar rastro. El rumor se extendió rápidamente entre los habitantes del reino: la malvada bruja de las profundidades, Morwen, había sido culpable, Morwen, una criatura temida por su magia oscura y su corazón helado, envidiaba el poder y la felicidad de la familia real. Luna, con el corazón encogido pero lleno de determinación, decidió que no se quedaría de brazos cruzados. Tenía que encontrar a sus padres. Se despidió de su abuela, una anciana y sabia sirena que le entregó un amuleto hecho de nácar, diciéndole: “Este amuleto te guiará, pequeña Luna. Escucha el susurro del océano y confía en tu corazón.”

Su primer desafío fue cruzar el Bosque de las Medusas Luminiscentes, un lugar hermoso pero peligroso. Las medusas, con sus tentáculos brillantes, podían adormecer a cualquiera que se acercara demasiado. Luna recordó las lecciones de su padre sobre cómo leer las corrientes. Se deslizó con gracia, evitando los tentáculos y observando como el amuleto de nácar emitía un suave resplandor en la dirección correcta.

Mientras continuaba su viaje, Luna se encontró con un viejo y gruñón cangrejo ermitaño llamado Carlitos. Al principio, Carlitos no quería ayudarla, pero la persistencia y la bondad de Luna lo conmovieron. Él había oído hablar de Morwen y de su guarida, y aunque tenía miedo, decidió guiar a la pequeña sirena a través del traicionero Cañón de las Sombras, un abismo oscuro y profundo donde criaturas marinas desconocidas acechaban.

En el cañón la oscuridad era casi total, pero el amuleto de Luna brillaba con más intensidad, y Carlitos, con su conocimiento del terreno, la ayudó a sortear los peligros. Fue allí donde conocieron a Flink, un delfín joven y juguetón que se unió a su causa. Flink era rápido como un rayo y tenía una audición excepcional, lo que les permitió detectar peligros antes de que se acercaran.

Finalmente, después de días de viaje y superar numerosos obstáculos, llegaron a la guarida de Morwen: una cueva lúgubre y ominosa, custodiada por algas espinosas y corrientes traicioneras. El aire, incluso bajo el agua, se sentía denso con la magia oscura. Luna sintió un escalofrío, pero la visión de sus padres, encerrados en una burbuja de energía oscura dentro de la cueva, le dio la fuerza para seguir adelante.

Morwen emergió de las sombras, su rostro arrugado y sus ojos brillando con malevolencia. “”Así que la pequeña princesa ha venido a rescatar a sus padres!” siseó. La bruja lanzó un hechizo de aturdimiento, Pero Luna, con la agilidad que había aprendido de su madre, lo esquivó. El amuleto de nácar en su cuello vibraba con fuerza. Luna recordó las palabras de su abuela: “Escucha el susurro del océano”. Cerró los ojos por un instante y sintió la energía del mar fluyendo a través de ella.

Con un grito de guerra, Luna invocó una poderosa corriente de agua que golpeó a Morwen, desestabilizándola, Carlitos, aprovechando la distracción, pellizcó las ataduras de algas que protegían la burbuja de los padres de Luna, y Flink, con un golpe de su cola, rompió el último vestigio del hechizo.

El Rey Tritón y la Reina Coralia, debilitados pero a salvo, abrazaron a su valiente hija. Morwen, sorprendida por la fuerza de Luna y la unión de sus amigos, se retiró a las sombras, su poder disminuido. El regreso a casa fue un viaje lleno de alegría y alivio. El reino entero celebró el regreso de sus gobernantes y aclamó a Luna como la heroína que había salvado a su familia.

Luna, la pequeña sirena rubia, había demostrado que la valentía, el amor y la amistad eran las fuerzas más poderosas de todas, capaces de vencer incluso a la oscuridad más profunda. Desde ese día, la leyenda de Luna, la sirena que desafió a la bruja de las profundidades para salvar a su familia, se contó en casa rincón del Mar de Alborán, inspirando a generaciones de criaturas marinas.



Escrito por Manuel Muñoz Pedregosa

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