Cádiz alberga numerosos misterios y leyendas en sus esquinas, en sus antiguos edificios, en sus rincones escondidos. En estas líneas recuperamos los relatos más estremecedores que esconde la provincia gaditana.
Pocas veces ocurre en Cádiz, pero esta noche no sopla ni una brizna de viento. La noche cerrada dibuja sombras por las callejuelas. Allá a lo lejos, una mujer delgada y vestida de negro avanza. Cubre su cabeza con un velo del mismo color, sus pies son imperceptibles por lo largo del vestido. Tiene una sonrisa tétrica, enmarcada por un encaje que se mueve, pese a la ausencia de viento. Deambula sola, de aquí para allá, buscando un hombre, en una calle que no se antoja ni tan colorida ni tan amable como en el día.
Su presencia parece tan real, como tan viva esté en la mente del que dice que ha visto a La Viuda Negra. Su visión paranormal es una de las muchas que atesora la provincia en forma de relatos orales, transmitidos de generación en generación. A veces trastocados, otras exagerados, lo cierto es que existen multitud de lugares ligados a fenómenos de difícil explicación racional. Son espacios de vida, pero también ligados con la muerte y que forman parte de nuestra cultura. En su impronta hay algo enrarecido , una marca indeleble del pasado: Allí donde hubo dolor, hay fenómenos paranormales.
Quien no vacila en la aseveración es Eduardo Arboleda, antropólogo de origen sudamericano que, desde hace varios años, documenta todas las manifestaciones culturales de aquellos lugares de la provincia en los que va viviendo. Lo suyo es el trabajo de campo, de escuchar mucho en la barra de un buen bar. Donde la gente se suelta y cuenta aquello que sabe, aunque pueda avergonzarle. Solo así, el antropólogo ha conseguido atesorar multitud de misterios a lo largo y ancho de la provincia. Cádiz tiene espíritus para una enciclopedia, bromea. Y la primera pregunta es obligada: ¿existen los espíritus? Los fenómenos paranormales son reales en los testimonios de los que los han vivido. Así que, como tal, existen.
Y por ello, esta es una aproximación a los 10 lugares y vivencias más escalofriantes, algunas ya documentadas por Arboleda, otras por investigar pero bien vivas en el imaginario colectivo local.
El que la ha visto, no la olvida. Esa mujer enjuta y delgada solo se aparece por las noches y en callejones oscuros de Cádiz a hombres adúlteros o de supuesta vida disoluta que han hecho daño a una mujer.
Las causas de estas apariciones que ponen los pelos de punta a los varones gaditanos, son miles. Algunos aseveran que aparece cuando una mujer murió de forma trágica a consecuencia de un engaño amoroso o por la mujer que integra el fatídico triángulo de amor y muerte, explica Arboleda en su blog "El brote de la culebra". Lo cierto, es que, en su recopilación de encuentros, el antropólogo ha descubierto a muchos hombres que aún se estremecen con su presencia.
Uno de los misterios más conocidos en la capital es el de los fenómenos del Hospital de Mora, hoy Facultad de Empresariales. Bien sea por una histeria colectiva contagiada o por realidad, lo cierto es que no cuesta encontrar a universitarios que hablen de sucesos inexplicables en el antiguo hospital. La investigadora Cristina Álvarez, lo sabe bien y así lo relata en su blog "Misterios de Cádiz".
Al parecer, buena parte de los hechos ocurren en la actual biblioteca, antiguo mortuorio, y en los sótanos. Se habla de presencias que deambulan por los pasillos, de una monja enfermera con su hábito ensangrentada, de llantos y lamentos de niños. Supuestamente, los sucesos paranormales comenzaron con el cierre del hospital. De hecho, personal de seguridad y obreros recuerdan con estupor aparentes encuentros con hechos inexplicables como ruidos de puertas que se cerraban o muebles cambiados de sitio.
En sus incursiones por la capital, Arboleda documentó testimonios orales en torno a la Casa de los Espejos. De hecho, es fácil descubrir en la red vídeos de jóvenes que se colaron en el edificio de la Alameda para comprobar qué de cierto tenía la leyenda.
Hoy es un edificio de viviendas de lujo, pero según cuenta la historia, en el pasado fue la casa de un rico comerciantes, su mujer y su hija. En cada viaje, el padre traía a la pequeña un espejo, hasta que, en su ausencia, la niña murió. Pese a que la madre le contó que fue por una enfermedad, los espejos le acabaron relatando al progenitor que fue la madre la que mató a la pequeña.
Esa es la leyenda que justificaba aparente sucesos paranormales, mientras que el inmueble estuvo abandonado. Los supuestos encuentros en incursiones a la vivienda son de lo más variado: sonidos inexplicables, sombras... Lo cierto es que la capital atesora muchos puntos negros. Es el caso de la antigua Casa Cuna, la Casa del Pirata o el callejón del Tinte.
Entre los isleños más temerosos existe una máxima: no pasar por la noche muy cerca de la antigua Casa de la Cruz Roja. "Son muchas personas las que afirman que, casi cada noche, en una de sus plantas, un rostro de asoma a la ventana", explica Arboleda.
Lo cierto es que los sonidos en esta vieja casa, en donde hasta hace una década estuvo un puesto de la Cruz Roja son muy repetitivos y son ya una leyenda en la ciudad que se suma a otras como la niña de la Salina Dolores, la aparición fantasmal del callejón Croquer o los sucesos paranormales del patio del Cambiazo.
Hay leyendas que, pese a ser escabrosas, se antojan más reales que la misma realidad. Y algo así parece que ocurre en el Palacio de Purullena de El Puerto. No hay portuense que no sepa de la misteriosa presencia del palacio: una mujer de pelo largo deambula por las estancias, se asoma a las ventanas y parece originar luces y sonidos perceptibles desde la calle y fincas colindantes.
Supuestamente era Juana Ortuño Ramírez, hija de Agustín Ortuño, Marqués de Villareal y de Purullena. Supuestamente vaga por el espléndido edificio del siglo XVIII con la tristeza de haber sido emparedada en vida por su padre para truncar su historia de amor con un esclavo negro. El problema es que la realidad desdice la historia porque, según consta en los archivos, la hija heredó el palacio, se casó con su primo y tuvo una próspera vida. Aún así, hay muchos que dicen haber experimentado hechos inexplicables, incluidos los obreros que rehabilitaron el palacio para convertirlo en la sede de la Fundación Goytisolo.
Agazapado en las sombras, Diego de Arizón quiso contemplar con sus propios ojos como su mujer Margarita Zerver le era infiel con su criado Juan Peix. Decidió tomarse la justicia por su mano, les mató y emparedó en una estancia de su fastuoso palacio de Sanlúcar.
En 1736 se le condenó a pena de muerte, aunque Felipe V le acabó indultando. Hasta ahí la historia real documentada y rememorada por Arboleda. Lo paranormal es más o menos evidente: una dama de blanco parece pasearse por el antiguo palacio, especialmente en las inmediaciones de la estancia en la que fue emparedada y la torre mirador.
Alentado por los diversos testimonios, Arboleda quiso documentar también la supuesta presencia que existe en el Poblado de Sancti Petri de Chichlana. Como él mismo relata, allí se topó con dos fenómenos contados por boca de los lugareños: Se habla de una niña de unos 8 años con aspecto algo desaliñado y descalza que suele rondar los alrededores de la iglesia, la casa del guarda o las embarcaciones de la playa con aire triste y melancólico.
Aparte de la niña, entre las casas en ruinas se ve entrar o salir rápidamente una figura masculina con sotana y sandalias color marrón. Al parecer, es en la puesta de sol y la noche cuando ambos fenómenos suelen manifestarse en el antiguo poblado almadrabero.
Objetos que se mueven solos. Enjambres de insectos inexplicables. Sonidos de pasos en el interior. Llaves de las puertas que saltan de las cerraduras. Gritos desgarradores. Pasos de carruajes inexistentes hoy en los alrededores del lugar, esos son algunos de los sucesos paranormales que describe el antropólogo en el Callejón de las monjas de Arcos.
La tarde y la noche son los momentos en los que los arcenses dicen haber vivido este tipo de fenómenos, unidos a una presencia luminosa en la ventana del edificio del callejón.
Los Jardines El Altillo de Jerez atesoran muchas historias, aunque quizás la más inquietante es la que habla de 7 niñas que se quedaron ancladas en ese punto. La fenomenología es repetitiva y similar a otros lugares, sensaciones, oír pasos detrás de ti, ruidos, voces, reconoce Arboleda.
En este caso, motivado por la existencia de 5 jóvenes educadas en un ambiente victoriano y opresor por una institutriz preocupada por el comportamiento sexual de las niñas, que prohibía hasta cogerse del brazo a las hermanas. Hoy, las chicas y la institutriz siguen paseando por el singular enclave, estremeciendo a todo el que se tropieza con su presencia.
Como suele ser habitual, es difícil encontrar a un trabajador de un edificio que se atreva a hablar abiertamente de las experiencias paranormales que ha vivido. Temen que se rían de ellos, que los tomen por locos, reconoce Arboleda. Pero a fuerza de insistir, el antropólogo reconstruye otro punto más: el del Museo Arqueológico de Jerez.
Allí, ya en las obras, los operarios hablan de tablones que se doblan por un lado y se caen por sí solos; cubos llenos de agua que al día siguiente están vacíos; herramientas dejadas en un sitio y que aparecen en otro lugar. Presencias de entres y todo tipo de fenómenos extraños en las dependencias y pasillos del museo arqueológico, como puertas que se abren y cierran solas, voces y risas en salas vacías, especialmente en la segunda planta, explica en antropólogo.
Y esto es solo un decálogo de los miles de misterios que atesoran las piedras milenarias de la provincia. Tantos espectros, fantasmas, voces y fenómenos como el miedo a lo inexplicable puede crear. De hecho, más que los muertos, son los vivos y su temor a la muerte los que alimentan estas historias tan nuestras como cualquier otro fenómeno cultural.
Fuente: lavozdecadiz.es
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